sábado, 25 de diciembre de 2010

La Venganza de una Neófita

Atrevida, misteriosa y peligrosa, así es como se la describe. Vaga por la noche con su lacia melena oscura y ondulada. Su tez blanca, por no decir casi albina resalta sobre sus ojos color miel. Nadie se ha atrevido aún a acercarse a ella, la temen. Tiene andares parsimoniosos, en ocasiones, parece que sus pies no tocan el suelo, y es el viento quién la arrastra. Suele ir siempre sola, de hecho nadie la ha visto con compañía. La primera vez que la ves, crees ver un espejismo, pero la ves a ella. Muchos creen que no es mortal, pero ignoran acerca de que pueda existir la inmortalidad.
Piensan y se imaginan muchas cosas de ella, aunque por otro lado quisieran saber realmente quien es y de donde viene y porqué vaga a solas por la noche, y el porque aún de día todavía nadie la ha visto… Pero no se atreven.
Temen a esos ojos color miel tan profundos que parecen que te estén leyendo el pensamiento.
Temen sus movimientos, sigilosos por un lado y fantasmagóricos por el otro.
Temen ser heridos por sus afiladas uñas pintadas de negro.
La temen porque no saben quien es.
Suele andar sobre todo por la playa, donde el viento le enreda su gran melena oscura, ofreciéndole así un aspecto aún más misterioso y peligroso. Algunos juran haberle visto tatuada una luna en la espalda, y al día siguiente después de haberle visto el tatuaje de la luna, haberse levantado y por unas horas haberse quedado sin poder ver nada; con la vista nublada hasta quedarse ciego.

De todas las especulaciones que se dicen en el pueblo, hay algunos que afirman que ha venido a buscar algo, o a vengar a alguien. Las mujeres temen a salir solas aunque sea para ir a comprar y otras tienen miedo de que alguna noche se lleven a sus hijos…
Pero, de todos esos temores que tiene el pueblo, aún así, ella no les ha hecho nada, todavía. Es su presencia, las incógnitas de saber y no tener idea alguna de quién esta vagando por su pueblo, por su playa y si alguna noche intentará entrar en sus hogares. Luego esta una minoría, que creen que así como ha venido, así se irá.

¿Acabará alguien intentando hablar con ella? o ¿Ella irá a por alguien?

- He venido aquí a vengarme, dijo Tanya, aullando al mar y con los brazos extendidos, provocó una tormenta.

En pleno mes de agosto, la tormenta hizo desaparecer todo lo que quedaba de verano. Era de noche, pero aún quedaba mucho por hacer, pero por el momento el sol no volvería a brillar al menos en el pueblo de Sant Marí. La venganza empezaba ahora y toda la gente del pueblo sabría quién es Tanya. Ahora sí podían temerla.
- Empieza la lucha…se dijo para sí Tanya.
- Gente de Sant Marí, temblad!

La mayoría de la gente salió para ver lo que sucedía, o bien para recoger la ropa que aún se sujetaba de los tendederos. El resto, asustados, permanecieron encerrados en sus casas, cerrando con doble llave las puertas.
Los hombres más fuertes y valientes decidieron enfrentarse a Tanya para defender a sus familias y a su pueblo.
- ¿Qué quieres?, preguntó una voz. La voz de un hombre alto y fuerte. El primer hombre que se atrevió a hablarle.
- Venganza, contesto Tanya.
- ¿Porqué y a quién de nosotros quieres vengar?

Su mirada recorrió a todas aquellas gentes que la miraban aterradas. Los ojos de Tanya se posaron en las de una niña de unos 10 años de edad. Era morena y de piel pálida, que con sus ojos azules no dejaban de mirarla.
- ¿Cómo te llamas?, le preguntó Tanya a la niña
- ¡No le hagas daño!, se apresuró a decir su padre, un hombre alto, de rasgos exaltantes.
- No te he preguntado...Jonatan. ¿Quiero saber tu nombre, niña?
- Me llamo Enya. ¿Conoces a mi papá?
- Si que lo conozco...y él me recuerda. Estoy segura, verdad, Jonatan.
- No metas a mi hija en todo, Tanya.
- Vaya!, me recuerdas, me alegro. Tenemos mucho de que hablar. Es a ti a quien he venido a buscar...aunque tú ya has metido a tu hija en este lío. Ella es parte de tí y yo he venido a vengarme de ti, Jonatan. Asi son las cosas.

Todo el mundo quedó paralizado, sin saber qué hacer o cómo actuar. La lluvia empezó a amainar, y apareció el viento, cuando Tanya extendió su capa negra y en apenas uno segundos alcanzó a coger a Enya. Un sordo grito salió de la boca de la niña.

- Papaaaaaaaaaaaaaá, ayúdameeeeeeee.

Y así como vinó Tanya, se fue, con la hija de Jonatan. Ahora tenía en su poder lo que más amaba al hombre que juraba venganza; tenía a su hija. Tenía a Enya.

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